Cuando te toca lidiar con un suelo irregular —ya sea en casa, en un local o en cualquier otro sitio— no es raro preguntarse cómo alisar un suelo rugoso sin meterse en un lío. Porque sí, a simple vista puede parecer solo una cuestión estética, pero en realidad va mucho más allá. Un suelo con desniveles o asperezas puede hacer que te tropieces, que no encaje bien un revestimiento o que los materiales se deterioren antes de tiempo. Y eso, la verdad, nadie lo quiere.
La buena noticia es que hay soluciones. Varias, de hecho. Todo depende del tipo de superficie: hormigón, madera, baldosa, piedra… Cada una tiene lo suyo, y conocer bien las opciones que existen te ahorra tiempo, dinero y más de un dolor de cabeza.
¿Por qué conviene saber cómo alisar un suelo rugoso?
A veces la causa es un mal trabajo inicial, otras, simplemente el paso del tiempo. También puede ser que se haya hecho con una textura “decorativa” que ya no resulta práctica. El caso es que, saber cómo alisar un suelo rugoso no es solo útil, sino bastante necesario en muchos casos.
- Por un lado, mejora el aspecto general del lugar. Y eso siempre se agradece.
- Aporta seguridad. Menos tropiezos, menos sustos.
- Ayuda a que poner vinilo, cerámica o parquet sea mucho más sencillo.
- Hace que el nuevo revestimiento dure más.
- Y, algo que suele pasar desapercibido: facilita mucho la limpieza.
¿Qué pasa si el suelo es de hormigón?
En este caso, hay varias maneras de dejarlo bien. Una de las más habituales es aplicar autonivelante cementoso. Es un producto que se extiende sobre la superficie preparada y corrige los desniveles de forma bastante efectiva.
Otra opción bastante práctica es el pulido mecánico, que se hace con máquinas equipadas con discos de diamante. Sirve para suavizar imperfecciones más marcadas o eliminar restos que hayan quedado del fraguado. Si el suelo está muy dañado, puede que haga falta combinar ambos métodos: primero pulir y luego autonivelar. Así queda listo para cualquier tipo de revestimiento que quieras poner encima.
La preparación importa (más de lo que parece)
Un fallo bastante común es querer arreglar un suelo sin preparar bien la base. Y claro, así no suele salir bien. Por eso, antes de aplicar cualquier producto, lo básico sería:
- Limpiar bien: quitar polvo, grasa, restos de obra…
- Verificar si hay humedad (especialmente en suelos de hormigón).
- Tapar fisuras o grietas con mortero adecuado.
- Usar una imprimación que ayude a que el producto se adhiera bien.
- Y respetar los tiempos de secado. Esto parece obvio, pero se salta más de lo que parece.
¿Y si el suelo es de madera?
Aquí la cosa cambia. Para madera, lo más efectivo suele ser un buen lijado. Se hace con máquinas específicas que eliminan la capa superior hasta dejar una superficie pareja. Luego se rellenan pequeñas imperfecciones con masilla del mismo tono o compatible, y se termina con un acabado: puede ser barniz, aceite o un sellador.
Ahora bien, si la madera está demasiado dañada, a veces no queda otra que reforzarla colocando un tablero por encima, sobre todo si vas a instalar otro tipo de suelo encima.
Suelos de baldosa o piedra: ¿se pueden alisar?
Sí, aunque depende del estado en que estén. Para estos casos, lo más habitual es el pulido con maquinaria abrasiva, que se hace por etapas hasta conseguir el resultado deseado: satinado, brillante, o más mate, según el gusto.
Otra posibilidad es usar productos autonivelantes sobre la baldosa o la piedra, pero en este caso es clave aplicar una imprimación especial para superficies no porosas. Si se hace bien, queda una base ideal para poner microcemento, vinilo o lo que tengas en mente.
El microcemento, una opción que cada vez gana más terreno
Si buscas algo práctico y con un buen acabado estético, el microcemento puede ser una gran alternativa. Se aplica directamente sobre el suelo viejo y corrige muchas de las irregularidades. Además, tiene un acabado continuo (sin juntas), se puede pigmentar, y queda bien en muchos estilos de decoración.
No sube demasiado el nivel del suelo, lo que evita tener que cortar puertas o rehacer rodapiés. Es decir, transforma sin meterse en grandes obras. ¿Suena bien, no?
Seguridad: no es un detalle menor
Ya sea lijando, puliendo o aplicando productos químicos, no hay que descuidar la seguridad. El polvo fino que se genera, sobre todo en el lijado o el pulido, no es precisamente inofensivo. Por eso, conviene usar:
- Mascarilla con filtro.
- Aspiración industrial.
- Gafas y guantes.
- Y ventilar bien el espacio si estás trabajando en interiores.
Cosas que suelen salir mal (y que es mejor evitar)
Hay errores que se repiten bastante, y que tienen solución si se actúa con un poco de cuidado. Por ejemplo:
- Aplicar autonivelante sobre una base con humedad. Mal plan.
- Saltarse la imprimación. Resultado: el producto no agarra y se acaba desprendiendo.
- Usar demasiada cantidad de producto. Cuesta más secar y se agrieta.
- Lijar madera sin el equipo adecuado, lo que deja marcas feas.
- No respetar los tiempos de secado entre pasos. Y ahí es cuando aparecen los problemas.
¿Cómo saber cuál es la mejor opción?
Para elegir bien cómo alisar un suelo rugoso, hay que tener en cuenta varias cosas:
- Qué tipo de suelo tienes ahora.
- Cuán rugoso está (a veces parece peor de lo que realmente es).
- Qué revestimiento pensás colocar después.
- Y, por supuesto, cuánto tiempo y dinero querés invertir.
Por ejemplo, si tenés un suelo de hormigón con muchos defectos, probablemente vas a necesitar pulido y autonivelante. En cambio, con madera basta un buen lijado (salvo que esté muy dañada). Y si querés algo rápido y con estilo moderno, el microcemento puede ser la mejor salida.
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